Esteban Mora

Ideas poco convencionales

Salvando la Kobayashi Maru

Imagine que usted es el capitán de una nave especial que un día recibe una llamada de auxilio de una nave amiga que está varada en espacio de una raza enemiga, y debe tomar la decisión de ir o no al rescate, arriesgándose a desatar un conflicto entre ambas especies, o hacer caso omiso a la solicitud de ayuda.

Ese es el dilema que planteó la segunda película de Star Trek, ‘La ira de Khan’, que llegó a los cines en 1982 con los personajes y actores de la serie original (1966), y con Ricardo Montalbán repitiendo el papel de Khan Noonien Singh, un superhumano convertido a villano, que había interpretado en un episodio de la segunda temporada en 1967. En esta película se habla por primera vez de la Kobayashi Maru, un entrenamiento que solamente el futuro capitán James T. Kirk había logrado superar.

La prueba es un ejercicio de simulación en el que los cadetes deben salvar una nave civil de la Federación Unida de Planetas, que le da el nombre a la prueba, que se encuentra varada en espacio neutral klingon. Si el cadete intenta el rescate de la nave, viola los tratados de paz con los Klingon, lo que podría tomarse como un acto de agresión y desatar una guerra. Y si respeta los límites para no ocasionar un conflicto, debe abandonar a la tripulación de la Kobayashi Maru a su suerte.

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Manual de anti manipulación

George Costanza, uno de los cuatro personajes principales del exitoso sitcom de los 90s, Seinfeld, en una de sus frases más memorables resumía bastante bien su peculiar personalidad: «no es una mentira, si crees en ella«.

Aunque George tuvo ocasionales destellos de genialidad a lo largo de los 9 años que estuvo la serie al aire, lo cierto es que era un neurótico que no se sentía cómodo consigo mismo. Era además ansioso, inseguro, medianamente inteligente, deshonesto y manipulador.

Esa frase, que posiblemente naciera para exaltar la capacidad de George para mentir, si le damos vuelta, descubre una preocupante verdad: la «credibilidad» de una mentira depende de nosotros. Por más confianza que George tuviera en sí mismo para mentir, el creer o no en la mentira dependía más del receptor que del emisor.

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El valor de una mala idea

Webvan nació en 1996 con la promesa de entregar comestibles en 30 minutos en la puerta de sus clientes. Quiso sacar ventaja de ser el primero en su categoría, así que se expandió con rapidez en la bahía de San Francisco, Estados Unidos. Adquirió vehículos repartidores, construyó enormes almacenes, e incluso compró a sus competidores. 

Recibió $396 millones en cuatro rondas de inversión, y con su salida a bolsa en noviembre de 1999 sumó $375 millones más. Su oferta pública de acciones la valoró en $4.8 mil millones, a pesar de que tenía ingresos por solo $395,000 y pérdidas por $50 millones.

Lo cierto era que Webvan se habían beneficiado del exceso de dinero para invertir, gracias a lo que posteriormente se conocería como la burbuja punto com. En junio de 2001 cerró sus puertas acumulando pérdidas por $800 millones.

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